Te propongo un ejercicio, ponte a hablar sin detenerte, lo que sea, tu escoges, puede ser una lectura o lo que te salga de la mente al instante. Al mismo tiempo pídele a otra persona se ponga frente a ti y haga lo mismo, si, que hable sin parar y a la vez intenten escuchar el uno al otro, recuerda que escuchar es oír con atención, y después comenten el uno al otro qué es lo que entendieron de cada cual. La respuesta es fácil, nada.
O hablas o escuchas, quien habla mucho, todo el tiempo, físicamente no puede atender lo que dicen los demás, imposible.
Se te vienen nombres a la mente, claro, un montón y muy famosos. Cómo puedes gobernar sin escuchar a tus ministros, escuchar a la opinión pública, no me refiero a la prensa, me refiero a lo que dice tu amigo, tu colega, tu vecino, o tu pareja. Cómo puedes amar si no sabes lo que quiere tu pareja, tus hijos o tu familia. Imponiendo tu voluntad no ayudas a los demás. Sobre qué criterio vas a tomar una decisión correcta. Las decisiones correctas solo se hacen en base a la verdad.
"Hasta al necio, si calla, se le tiene por sabio, por inteligente, si cierra los labios". Proverbios17:28
p.a: imagen de Lucas Ordoñez tomada de Segundoenfoque.com.ar
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